Como padres y educadores nos enfrentamos a:
- A perder el control y hacer lo que hacían nuestros padres que no nos gustaba.
- A no poder educar las habilidades sociales, emocionales y de vida que les haga ser autónomos y felices en el futuro.
- A que no sean capaces de afrontar los problemas y obstáculos de la vida superando la frustración con la suficiente dosis de resilencia.
- A que no tengan los valores o cualidades necesarias para ser personas plenas.
- A que no elijan o no sepan elegir su vocación o futuro profesional por carecer de suficiente autoconocimiento y no saber cuáles son sus debilidades y potencialidades.
- A la incertidumbre que produce la situación actual en la sociedad.
- A no ser capaces de darles el ejemplo adecuado alineado con nuestros valores.
- A que sufran las consecuencias de lo que nosotros sabemos que es una forma equivocada de educar o criar pero que no sabemos o no podemos cambiar.
- A que a pesar de quererles más que nada en el mundo no consigamos su confianza o conectar con ellos.
- A que elijan malas compañías y no tengan pensamiento crítico, dejándose manipular y engañar.
- A no saber gestionar nuestras emociones y no poder ayudarles a ellos a gestionar las suyas.
- A que no sea feliz.